07 octubre 2005


HASTA LUEGO QUERIDOS ALUMNOS
Yo sé que os va a costar trabajo creerme, que vais a pensar que estas palabras son fruto del calor del verano.
Yo sé que he sido muy duro con vosotros, que os he exigido, quizás, demasiado.
Yo sé que os costó mucho trabajo adaptaros a una forma de trabajo y de entender la vida.
Yo sé que os costó mucho esfuerzo cambiar la imagen de vuestra “señorita” por la de este viejo y enigmático gruñón (aunque también simpático según algunos y algunas)
Yo sé, en fin, muchas cosas que vosotros, todavía, desconocéis (¡ES QUE NO SABÉIS NADA!) y hoy quisiera aclararos algo íntimo, algo que no os he explicado con palabras sino con hechos.
Yo también soy una persona con todo lo que ello conlleva: miedos, dudas, errores... y también tengo unas instrucciones que cumplir y unos deberes que hacer. Por ello, nuestro primer día de clase fue tan duro para mí como para vosotros y vosotras . Toda nueva amistad es siempre un enigma.
Yo era el que tenía que marcar la línea de trabajo pero debía tener muy en cuenta cuáles eran vuestras habilidades anteriores. Además, a mí no sólo me preocupaban vuestros conocimientos anteriores en matemáticas o lengua sino también vuestra forma de ser personas, vuestro comportamiento, vuestros hábitos.
Dice el refrán que “cada maestrillo tiene su librillo” y es verdad muy grande porque cada cual tiene unas habilidades que ha de saber aprovechar para mayor beneficio de sus alumnos.
Así pues, con vuestras habilidades y las mías, comenzamos a caminar y, a base de hojas rotas, repeticiones, alguna que otra hora extra, algún que otro “cariñoso cosqui”, reuniones con vuestros padres, llamadas de atención, nuestros primeros trabajos no totalmente escolares en común y vuestro esfuerzo... fuimos creando una idea de clase, una forma de trabajo, un modo de convivencia. Y digo y reitero: fuimos creando, porque lo hicimos entre todos, de nada vale lo que se impone.
Así fuimos creciendo en edad y confianza, en conocimientos y comportamientos. Y también, por qué no decirlo, en complicidades. ¡Quizás nos ha faltado tiempo para poder llegar más lejos!
Hoy me siento muy orgulloso de vosotros y vosotras y al mismo tiempo me siento muy triste porque sé que el curso próximo no estaréis ya en este colegio. Me faltará la cotilla que me lleva en cuenta la ropa que me pongo o la que le gusta meterse conmigo o aquél que se fija en lo que llevo en mi cartera; me faltarán las secretarias y quizás tampoco tenga a la que continuamente le indico que debe vocalizar o aquella otra que no habla por no ofender o...¡me faltaréis todos vosotros!
Mis alumnos serán otros y vuestros profesores también serán otros. Nuevas normas, nuevas enseñanzas. Todos tendremos que volver a adaptarnos al cambio. Así funciona la vida.
Pero pasará bastante tiempo antes de que olvide el lugar en que os sentabais cada uno, las habilidades personales que poseéis, las pequeñas—grandes travesuras de tal o cual, en fin, esas pequeñas cosas de las que está hecha una convivencia y que, a pesar de su pequeñez, hacen que te sientas a gusto o a disgusto en la clase.
¡Basta ya!, sabed que aquí queda un amigo, que me alegraré mucho si me hacéis una visita y que muy gustosamente os ayudaré en aquello que os haga falta y que yo pueda resolver.
Un “cosqui—abrazo” muy fuerte.
José González –Tutor de 6º A

No hay comentarios: