Amal Mohamed, 3º B
La máquina del tiempo.
Érase una vez un pueblecito lejano que estaba contaminado. Los habitantes no vivían felices. Allí vivían unos niños muy amigos, que se llamaban Raquel, Sara, Dani, Cristian y Tina.
Un día, cuando regresaron de la escuela y después de hacer los deberes, los cinco niños fueron a jugar al bosque, jugaron y jugaron hasta que anocheció.
-¿No es un poco tarde?
-Sí, es verdad.
-Debemos ir a casa, si no nuestras mamás se enfadarán.
-Pues venga vamos a casa.
-¡Síííííííííííííí! –Dijeron todos a la vez.
Anduvieron y anduvieron hasta quedar agotados.
-Creo que nos hemos perdido.
-¿Y ahora qué haremos?
-Tenemos que mantener la calma.
Tina, que estaba mirando por los alrededores, observó una pequeña cabaña. Se acercó a ella como si le hubieran dado una orden.
Dani alertado dijo:
-¡Eh! ¿Adónde vas?
Y fueron corriendo hasta Tina.
Pegaron en la puerta de la cabaña.
¡Toc, toc!
Un viejo risueño dijo:
-¡Adelante!
Los cinco niños entraron sorprendidos.
-¿Cómo os llamáis?
Todos los niños se presentaron.
-¿Y tú? –Dijo Sara.
-Yo me llamo Tom pero, si queréis, me podéis llamar abuelo.
-Es un placer conoceros –dijo el abuelo.
-El placer es nuestro –dijeron los niños.
Raquel que curioseaba todo vio una especie de máquina y preguntó al abuelo.
-¿Qué es esto?
-Es una máquina del tiempo.
-¡Oh! ¡Sorprendente! –Dijeron los cinco niños.
-¿Me podríais guardar el secreto?
-Claro que sí, confía en nosotros –respondió Tina.
-Si queréis podéis llamar a vuestros padres desde mi teléfono y que ellos vengan a recogeros.
-Muchas gracias abuelo, eres muy amable –dijo Daniel.
-Venid a visitarme pronto, os espero con entusiasmo.
Al día siguiente, cuando fueron a la cabaña, encontraron la puerta abierta. No encontraron ni rastro de él y buscaron por todas partes.
Sara encontró sobre un pisapapeles una notita que decía: “Antes de mi fin quiero dejar en vuestras manos todas mis cosas, sobre todo la máquina del tiempo y os doy permiso para que viajéis con ella, adiós”
Sara, cuando leyó la nota, se puso muy triste y les llamó a los cuatro: -¡Mirad esto, el abuelo se ha muerto!
Todos se pusieron muy tristes.
Raquel dijo: -¿Por qué no vamos al futuro y vemos lo que ocurrirá dentro de diez años? Así nos consolamos un poco.
-¡Buena idea Raquel! –Respondió Dani.
Se subieron a la máquina del tiempo y se trasladaron al año dos mil quince y justamente llegaron a su pueblecito y encontraron a su pueblo desierto y no había ni plantas ni árboles ni nada y no había oxígeno, sólo dióxido de carbono, no había seres vivos, el aire estaba contaminado con los humos de los coches, las calefacciones y las fábricas y el aire era tan gris que las casas de los niños se volvieron grises y se dieron cuenta de que eso ha pasado por culpa de nosotros, los seres humanos, por no cuidar a las plantas y árboles.
Tina dijo: -¡Oh qué horror, no hay oxígeno! Tenemos que irnos lo antes posible, si no nos moriremos. –Y regresaron al dos mil cinco.
-Tengo una idea –dijo Cristian- Podemos contárselo a todo el mundo y decirles que cuiden bien de los árboles y las plantas.
Y así lo hicieron, se lo dijeron a todo el mundo, pusieron pancartas y carteles que decían: “CUIDAR NUESTRO PLANETA ES COSA DE TODOS. POR FAVOR, CUIDEMOS LAS PLANTAS. DIN LAS PLANTAS NO PODEMOS VIVIR”
Y hasta hicieron un mural con la ayuda de sus compañeros de clase que explicaba la importancia de las plantas.
El pueblecito comprendió y dejó de maltratar a los seres vivos y...
COLORÍN, COLORADO,
ESTE CUENTO SE HA ACABADO
Pero, chicos, todavía en el mundo hay quien maltrata a las plantas y por eso nosotros no debemos hacer lo mismo.
La máquina del tiempo.
Érase una vez un pueblecito lejano que estaba contaminado. Los habitantes no vivían felices. Allí vivían unos niños muy amigos, que se llamaban Raquel, Sara, Dani, Cristian y Tina.
Un día, cuando regresaron de la escuela y después de hacer los deberes, los cinco niños fueron a jugar al bosque, jugaron y jugaron hasta que anocheció.
-¿No es un poco tarde?
-Sí, es verdad.
-Debemos ir a casa, si no nuestras mamás se enfadarán.
-Pues venga vamos a casa.
-¡Síííííííííííííí! –Dijeron todos a la vez.
Anduvieron y anduvieron hasta quedar agotados.
-Creo que nos hemos perdido.
-¿Y ahora qué haremos?
-Tenemos que mantener la calma.
Tina, que estaba mirando por los alrededores, observó una pequeña cabaña. Se acercó a ella como si le hubieran dado una orden.
Dani alertado dijo:
-¡Eh! ¿Adónde vas?
Y fueron corriendo hasta Tina.
Pegaron en la puerta de la cabaña.
¡Toc, toc!
Un viejo risueño dijo:
-¡Adelante!
Los cinco niños entraron sorprendidos.
-¿Cómo os llamáis?
Todos los niños se presentaron.
-¿Y tú? –Dijo Sara.
-Yo me llamo Tom pero, si queréis, me podéis llamar abuelo.
-Es un placer conoceros –dijo el abuelo.
-El placer es nuestro –dijeron los niños.
Raquel que curioseaba todo vio una especie de máquina y preguntó al abuelo.
-¿Qué es esto?
-Es una máquina del tiempo.
-¡Oh! ¡Sorprendente! –Dijeron los cinco niños.
-¿Me podríais guardar el secreto?
-Claro que sí, confía en nosotros –respondió Tina.
-Si queréis podéis llamar a vuestros padres desde mi teléfono y que ellos vengan a recogeros.
-Muchas gracias abuelo, eres muy amable –dijo Daniel.
-Venid a visitarme pronto, os espero con entusiasmo.
Al día siguiente, cuando fueron a la cabaña, encontraron la puerta abierta. No encontraron ni rastro de él y buscaron por todas partes.
Sara encontró sobre un pisapapeles una notita que decía: “Antes de mi fin quiero dejar en vuestras manos todas mis cosas, sobre todo la máquina del tiempo y os doy permiso para que viajéis con ella, adiós”
Sara, cuando leyó la nota, se puso muy triste y les llamó a los cuatro: -¡Mirad esto, el abuelo se ha muerto!
Todos se pusieron muy tristes.
Raquel dijo: -¿Por qué no vamos al futuro y vemos lo que ocurrirá dentro de diez años? Así nos consolamos un poco.
-¡Buena idea Raquel! –Respondió Dani.
Se subieron a la máquina del tiempo y se trasladaron al año dos mil quince y justamente llegaron a su pueblecito y encontraron a su pueblo desierto y no había ni plantas ni árboles ni nada y no había oxígeno, sólo dióxido de carbono, no había seres vivos, el aire estaba contaminado con los humos de los coches, las calefacciones y las fábricas y el aire era tan gris que las casas de los niños se volvieron grises y se dieron cuenta de que eso ha pasado por culpa de nosotros, los seres humanos, por no cuidar a las plantas y árboles.
Tina dijo: -¡Oh qué horror, no hay oxígeno! Tenemos que irnos lo antes posible, si no nos moriremos. –Y regresaron al dos mil cinco.
-Tengo una idea –dijo Cristian- Podemos contárselo a todo el mundo y decirles que cuiden bien de los árboles y las plantas.
Y así lo hicieron, se lo dijeron a todo el mundo, pusieron pancartas y carteles que decían: “CUIDAR NUESTRO PLANETA ES COSA DE TODOS. POR FAVOR, CUIDEMOS LAS PLANTAS. DIN LAS PLANTAS NO PODEMOS VIVIR”
Y hasta hicieron un mural con la ayuda de sus compañeros de clase que explicaba la importancia de las plantas.
El pueblecito comprendió y dejó de maltratar a los seres vivos y...
COLORÍN, COLORADO,
ESTE CUENTO SE HA ACABADO
Pero, chicos, todavía en el mundo hay quien maltrata a las plantas y por eso nosotros no debemos hacer lo mismo.
2 comentarios:
Esta página es una de las mejores que e visto,lo que más me a gustado
a parete del teatro es que trata demi colegio y salen amigos y primos.
Esta pagina es una de las mejores que e visto,lo que más me a gustado a parte del el teatro es que se trata de mi colegio y salen amigos y primos.
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